Adiós a Dante Cocito, testigo de las grandes conquistas aurinegras
Falleció a los 94 años Dante Cocito, gloria de nuestra institución y del deporte uruguayo. Por sus manos pasaron las piernas de innumerables cracks aurinegros que lograron entre otras cosas, los grandes triunfos de la Copa Libertadores de América. Cocito fue testigo privilegiado de esos años dorados.
Este 2 de agosto falleció en Montevideo a los 94 años Dante Cocito, gloria de nuestra institución y del deporte uruguayo. Había nacido el 17 de mayo de 1920.
Emblemático kinesiólogo y masajista no solo de Peñarol sino también de Racing, Aguada y la Selección Uruguaya
Por sus manos pasaron las piernas de innumerables cracks aurinegros que lograron entre otras cosas, los grandes triunfos de la Copa Libertadores de América. Cocito fue testigo privilegiado de esos años dorados. Vivió y palpitó desde la línea de cal y en los vestuarios momentos que edificaron la historia de Peñarol.
En 2013 para el libro "Peñarol en la Libertadores; Pionero de América" Cocito brindó con mucha emoción varios testimonios y anécdotas de sus años de trabajo en Peñarol, sin dejar de lado su grato recuerdo para jugadores, dirigentes y partidos memorables.
"En la final del 61 recuerdo el gol de Spencer faltando un minuto, contra la Amsterdam, restó la pelota Djalma Santos de Palmeiras, gran jugador brasilero, la pelota rebotó en la nalga del "negro" Cubilla y salió para el medio y Alberto venía a la carrera y la empujó", comienza recordando Cocito.
"Después en Pacaembú empatamos 1 a 1 con el famoso gol del Pepe Sasía que rompió la red".
"Siempre cuento esa anécdota, porque casualmente yo, estaba al lado del área donde fue la famosa jugada".
"El juez era Praddaude, argentino y el línea era Carlos Nai Foino".
"Vino el remate tremendo de Sasía y pasó de lado a lado la red. La gente del Palmeiras que estaba ahí se acercó y pedían fuera. ¡No fue gol, no fue gol! decían.
Praddaude dudó y se acercó al línea y le dijo, para mí fue gol; Nai Foino le contestó imperativo; ¡no dudes, fue gol hasta los huevos y dalo nomás!".
"Teníamos una muy buena delantera en el 61: Cubilla, Ledesma, Sasía, Spencer y Joya. No podían con ellos, eran tremendos"
El partido del 62 cuando ardía Vila Belmiro
"Esas copas Libertadores no eran como ahora. En el 62 en Vila Belmiro contra Santos cuando le dieron un botellazo al juez chileno Carlos Robles en el cuello y lo llevaron a los vestuarios para ser asistido fue tremendo. Hasta yo lo tuve que asistir al pobre hombre; había quedado muy mal del golpe".
"Robles se vio obligado a volver a la cancha para seguir porque hubo amenazas de parte de los dirigentes brasileros. El ambiente ardía, podía pasar cualquier cosa".
"Cuando iban saliendo a la cancha luego de la suspensión, Carlos Robles le dijo a Cataldi y a Gulefi que el partido se seguía pero estaba terminado.
Entonces cuando empezó, yo estaba parado en el banco de suplentes y el técnico, húngaro Bela Gutman tenía unos nervios bárbaros y gritaba dando indicaciones. Me acerque y le dije; "maestro, quédese tranquilo porque me dijo Cataldi que el juez siguió el partido pero está terminado. Me miró y me preguntó ¿está seguro?, claro, le respondí. Entonces me voy a sentar afuera. Se puso el sombrero y a falta de 15 minutos se fue de la cancha", cuenta sonriendo el ex kinesiólogo aurinegro.
El convencimiento de que se podía ganar
"Peñarol no se entregaba nunca en esos años, no daba una por perdida, había convencimiento de que se podía ganar y sacar cualquier resultado adelante".
"Recuerdo el año 1965, contra Independiente de Avellaneda que venía de ser Campeón de América".
"En la final de Santiago, me acuerdo que faltando muy poco para salir para el estadio, Roque Máspoli tenía duda si poner a Resnik o a Sasía. Lo cierto es que puso a Reznik de arranque.
En ese entonces los cambios se tenían que hacer en el primer tiempo. Cuando faltaban dos minutos me llama Máspoli y me dice, aprontá a Sasía y que entre por Reznik y yo, apurado preparé al Pepe Sasía y se nos venía la hora y nos quedábamos sin el cambio.
Ibamos perdiendo 3 a 0 ya. Entonces parado contra la línea, viene una pelota larga por la izquierda y Joya que corre; y ahí le pego el grito: ¡Juan, tirala para afuera rápido! Y Joya le pega fuerte y ¡zas!, la metió en el ángulo, gol de Peñarol. Entró Sasía, movieron y terminó el primer tiempo".
"Sasía era un fenómeno; muy temperamental pero gran persona, amigo de sus amigos y se jugaba por ellos. Éramos muy amigos con Sasía y con Juan Joya también.
Yo me llevaba bien con todos, éramos como una gran familia. A veces no quiero abrir opiniones, pero esa familia era similar a lo que logró Oscar Tabárez con la selección de Uruguay actual creo".
Cocito repasa su trayectoria y sostiene: "Yo estuve 23 años en Peñarol, llegué en 1950 y me fui en 1973 a poco de llegar Fernando Morena.
Los mejores momentos de mi vida fueron los que viví en Peñarol. Viví muchas cosas hermosas en el club. Me fui a México tentado por Juan Eduardo Hohberg para trabajar con él. Fui un privilegiado de haber podido vivir todo eso".
En el 66 Peñarol supo controlar a River y por eso ganó
Es preciso al afirmar que "para mí, la final de Santiago del 66 fue la gesta más grande de Peñarol en la Copa Libertadores. Ese equipo de River Plate era tremendo, sin embargo Peñarol pudo vencerlo".
En el primer tiempo River nos estaba matando, hablando claro, vale decir que nos estaban dando un pesto bárbaro. Cuando terminó el primer tiempo íbamos caminando por el túnel y el Tito Goncalves se paró adelante y dijo: ¡muchachos, si a este cuadro de arranque le hacemos un gol le ganamos el partido, no duden!
Y yo para mí pensé, este se está dando un ánimo bárbaro el solo, no le podemos ganar a este cuadro".
"Y fue como lo avizoró el Tito, le hizo el gol el "Pardo" Abbadie y después vino todo lo demás".
"Lo del 66 fue extraordinario; fue más que ganarle al Real de Madrid en el Bernabeu.
En ese partido con River Pedrito Rocha fue extraordinario. Que jugador Rocha, era un lujo. Como defendía y como organizaba al equipo sin mucho alarde, además tenía esa pegada que era un cañón".
"Se trabajaba bien con esos grupos. Siempre había uno que era más mimoso que otro, pero se podía trabajar bien.
Además teníamos un muy buen cuerpo médico y éramos muy unidos. Cuando empecé estaba el Dr. Pedemonte, después el Dr. Debecchi, luego el Dr. Benavídez y por último el Dr. Walter Rienzi, un gran médico y muy estudioso".
"De Benavídez tengo una anécdota tremenda: El la final de Santiago en el 66, Benavídez no entraba nunca a la cancha. Y había ido conmigo un amigo que había sido gran basquetbolista del Club. Aguada, el "manco" Rodríguez. Entonces le dije al "manco" vení que entrás a la cancha conmigo y nos vemos el partido juntos. Y así fue, le di la valija y entramos. En ese momento, viene un hombre y me pregunta, ¿y el señor? Y le contesto rápido, él es el masajista y yo soy el médico. Y lo miran al "manco" y preguntan; ¡como! ¿masajista y le falta una mano? Y yo le respondo, y qué, yo soy médico y me falta un dedo".
Un recuerdo especial
No duda al afirmar que "el Cr. Gastón Guelfi era una gran persona. Maravilloso ser humano, de lo mejor que conocí como dirigente, como Presidente. Una bella persona.
Tenía una capacidad bárbara para dirigir, pero con una forma muy particular que lo hacía diferente al resto.Una pena que se haya ido tan joven".